La industria musical siempre ha estado rodeada de misterio, especialmente en lo que respecta a cómo se les paga realmente a los artistas. En una conversación sincera, el artista y compositor Kang Green revela un sistema mucho más complejo (y a menudo explotador) de lo que la mayoría cree.
Las dos caras de cada canción
Antes de profundizar en los acuerdos, es crucial comprender que cada canción genera ingresos de dos maneras distintas:
1. El máster (grabación): la grabación de audio de la canción. 2. La publicación (composición): la propiedad intelectual: la letra, la melodía y el concepto.
Esta división es fundamental para comprender cómo fluye el dinero en la industria musical. Cuando tu canción suena en una película, hay dos cheques separados: uno para el máster y otro para la publicación. Si no posees ambas partes, estás perdiendo dinero.
El contrato discográfico: No es lo que te imaginas.
El primer contrato de Green ofrece una perspectiva esclarecedora de la economía de la industria:
Adelanto ofrecido: $150,000
Pago inicial: $75,000 (la otra mitad se paga después de la entrega del álbum).
Presupuesto de grabación: $60,000 (aparte del adelanto)
El truco: El sello discográfico es dueño de tu música durante más de 10 años.
Esos $150,000 no son un regalo, son un préstamo. Todo lo que ganas se destina a devolverlo, pero aquí está el truco: el sello discográfico se lleva primero su porcentaje y luego aplica tu parte restante a la deuda. Sí tienen derecho al 25% de las ganancias y ganas $100,000; se quedan con sus $25,000 y luego usan tus $75,000 para recuperar su inversión.
Editorial: ¿Dónde vive el dinero real?
Los contratos editoriales suelen ser más grandes que los contratos discográficos —a veces el doble del anticipo— porque de ahí provienen los ingresos constantes:
Las colocaciones de sincronización (programas de televisión, anuncios, películas) pueden generar más de $10,000 por colocación.
Regalías por ejecución en radio, streaming y presentaciones públicas.
Regalías mecánicas por reproducciones y ventas.
Green enfatiza que la mayor parte de sus ingresos provienen de la publicación, no de las ventas de discos. Una sola colocación en un programa de Netflix puede generar $10,000, y con canciones en más de 15 películas, esos ingresos se acumulan rápidamente.
La historia de McDonald's: Un error de $120,000
Al principio de su carrera, la banda de Green rechazó un anuncio de McDonald's que ofrecía $60,000 por el master y $60,000 por la publicación, un total de $120,000. En ese momento, los anuncios les parecían "cursis".
¿La dolorosa realidad? Como no poseían el máster, no habrían visto los 60.000 dólares; el sello se los habría llevado para recuperarlos. Incluso el dinero de la publicación se habría destinado a devolver el anticipo. El sello se habría embolsado 120.000 dólares, mientras que la banda no recibió nada.
Hoy en día, los contratos de Green se estructuran de forma diferente: asociaciones o acuerdos de licencia donde él recibe el dinero.
Acuerdos de gira: Otra fuente de ingresos, otro anticipo.
Live Nation y compañías similares ofrecen contratos de gira con anticipos de entre 500.000 y más de un millón de dólares. Pero, de nuevo, se trata de un préstamo:
Debes tocar en un número específico de fechas.
Todos los gastos de la gira provienen de ese anticipo.
El promotor se lleva una parte de la venta de entradas.
También se benefician de las concesiones de los locales y, a menudo, del merchandising.
La economía funciona porque una gira de superestrellas subsidia a docenas de artistas en desarrollo. Las compañías pueden permitirse el lujo de correr riesgos cuando Taylor Swift o Drake generan enormes ganancias.
El problema de la recuperación
Este es el secreto oculto de la industria: la mayoría de los artistas nunca recuperan sus anticipos.
No hay penalización por no devolver estos "préstamos"; simplemente no se consigue otro contrato. Pero a las discográficas les parece bien este modelo porque una Rihanna que les hace ganar mil millones de dólares paga a 100 artistas que no recuperan su dinero.
Como le dijo un ejecutivo de una discográfica a Green: "Una vez que consigues un contrato, puedes conseguir otro. Lo difícil es entrar".
La lección de Taylor Swift
Después de 10 años, los artistas pueden regrabar sus canciones y ser dueños de los nuevos masters, pero las grabaciones originales siguen perteneciendo al sello para siempre. Esto es lo que Taylor Swift hizo con su catálogo, asegurándose de poder beneficiarse tanto de la publicación (que siempre fue suya) como de los nuevos masters.
La banda de Green hizo lo mismo: regrabaron su álbum de 2013 en 2023 para finalmente poder obtener ingresos de ambas partes de las colocaciones de sincronización.
El problema de la transparencia
Quizás el aspecto más preocupante es que los artistas no tienen una forma real de verificar sus ganancias.
¿Números de streaming? ¿Confías en los informes de la plataforma?
¿Reproducción en radio? Organizaciones como BMI y ASCAP recaudan a nivel mundial, pero solo pagan dos veces al año.
¿Colocaciones de sincronización? Tu editor te dice lo que negoció.
Como dice Green: "Es como si tu jefe recibiera tu sueldo; solo tu jefe lo ve y luego te dice cuánto ganaste. Nunca ves el cheque".
Las regalías no reclamadas a menudo desaparecen por completo, absorbidas por agencias de cobro o discográficas. La auditoría requiere abogados costosos y contadores forenses, recursos que la mayoría de los artistas no tienen.
El camino a seguir: Propiedad y educación
El consejo de Green es claro:
No firmes el 90% de los contratos discográficos; la mayoría implica ceder la propiedad por un mínimo. Crea valor antes de firmar: construye tu audiencia y aprovecha primero.
Comprende el negocio: Ten claro qué firmas y a qué renuncias.
Piensa a largo plazo: la fama y la fama son pasajeras; la propiedad crea riqueza generacional.
Céntrate en la sostenibilidad: "¿Cómo como?" importa más que "¿Cómo me hago famoso?".
En resumen: La música genera mucho dinero, pero solo si eres dueño de tu obra. La industria está diseñada para extraer valor de los artistas que no entienden el sistema. Quienes se forman, mantienen la propiedad y piensan estratégicamente pueden construir carreras sostenibles.
Como enfatiza Green: "Si eres dueño, obtienes BMI, publicación, sincronización, reproducciones; suma todos esos centavos y, de repente, son dólares".
El negocio de la música no se trata solo de crear gran arte. Se trata de comprender la economía de ese arte y asegurarte de que realmente recibas una compensación por tu trabajo. En una industria basada en avances que en realidad son préstamos y contratos que transfieren la propiedad, el conocimiento no es solo poder: es la diferencia entre riqueza y explotación.
¿Tienes alguna pregunta sobre los contratos musicales? Déjala en los comentarios para seguir conversando.

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