¿El fin del streaming tal como lo conocemos? Por qué 2026 podría marcar un punto de inflexión para la industria musical


 ¿El fin del streaming tal como lo conocemos? Por qué 2026 podría marcar un punto de inflexión para la industria musical


A medida que 2025 se acerca a su fin, la industria musical mundial muestra claras señales de estar llegando a una encrucijada. Durante más de una década, el streaming ha sido el motor indiscutible de los ingresos de la música grabada. Pero la historia nos dice que ningún modelo de distribución es eterno, y para 2026, las grietas en el ecosistema actual, centrado en el streaming, podrían volverse imposibles de ignorar.


Cada era del consumo musical tiene su tiempo de vida. El vinilo dio paso a los casetes, los casetes a los CD, los CD a las descargas y las descargas al streaming. Cada cambio trajo consigo un claro sucesor esperando su turno. Lo que hace que este momento sea diferente es que, por primera vez, la industria puede presentir un final sin saber exactamente qué vendrá después.


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 Un modelo que apenas ha cambiado


La idea central del streaming moderno —acceso ilimitado a un catálogo masivo a cambio de una tarifa mensual fija— se remonta a principios de la década del 2000. El ecosistema actual, basado en aplicaciones, impulsado por listas de reproducción y con publicidad, se consolidó alrededor de 2011. Desde entonces, la innovación ha sido en gran medida gradual: algoritmos más inteligentes, mejores recomendaciones y listas de reproducción más seleccionadas.


Sin embargo, estructuralmente, poco ha evolucionado. Los usuarios siguen pagando aproximadamente el mismo tipo de suscripción, los artistas siguen cobrando fracciones de centavo por reproducción y las plataformas siguen compitiendo por escala en lugar de por diferenciación.


Durante años, este modelo funcionó. El streaming dominó los ingresos de la industria e impulsó un crecimiento constante. Pero ese impulso se ha ralentizado drásticamente en los mercados occidentales. Los datos ajustados a la inflación muestran que los ingresos por streaming en EE. UU. se estancaron entre 2023 y mediados de 2025, e incluso los ingresos totales por música grabada disminuyeron interanualmente. El crecimiento continúa en regiones como África y Sudamérica, pero los precios de suscripción más bajos en esas regiones limitan su capacidad para compensar el estancamiento en Norteamérica y Europa, que en conjunto representan la mayor parte de los ingresos globales.


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 ¿Qué viene después cuando los formatos se desvanecen?


En retrospectiva, las transiciones de formato anteriores eran más fáciles de leer. Cuando el vinilo alcanzó su apogeo, los casetes ofrecían portabilidad. Cuando los casetes dominaban, los CD prometían un mejor sonido. Cuando los CD colapsaron, los archivos digitales ya estaban transformando el comportamiento del consumidor. El auge del streaming fue visible años antes de que las descargas decayeran realmente.


Hoy en día, no existe un formato sustituto evidente que pueda tomar el relevo. En cambio, la industria intenta ampliar el modelo existente mediante niveles de suscripción premium: precios más altos justificados por características como audio de alta resolución, contenido exclusivo o ventajas para "superfans". Estos cambios pueden ganar tiempo, pero es poco probable que reactiven el crecimiento a largo plazo por sí solos.


Esta incertidumbre es la razón por la que la inteligencia artificial se ha vuelto central en las conversaciones sobre el futuro de la música, no solo en la creación, sino cada vez más en la distribución y la economía.


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 IA y el creciente problema del fraude


Una de las señales de alerta más claras proviene del auge de la música generada por IA que inunda las plataformas de streaming. Si bien las herramientas de IA han potenciado la creatividad, también han abierto la puerta al fraude a gran escala.


Los datos de Deezer ofrecen una visión excepcional de este problema. La plataforma informa que la mayoría de las reproducciones fraudulentas detectadas involucran pistas generadas íntegramente por IA, mientras que los oyentes legítimos apenas interactúan con ellas. Aún más alarmante es la magnitud: el número de pistas generadas íntegramente por IA que se suben a diario se ha disparado, representando ahora una parte significativa de todas las publicaciones.


No se trata de que los fans adopten masivamente la música generada por IA. Más bien, apunta a actores maliciosos que utilizan la IA para producir en masa pistas diseñadas para manipular los sistemas de regalías. Estas pistas desvían dinero de los artistas reales, saturan los catálogos, dificultan el descubrimiento y obligan a las plataformas a invertir grandes cantidades en almacenamiento y prevención del fraude.


Lo que está surgiendo es una carrera armamentística impulsada por la IA: los estafadores la utilizan para generar contenido a gran escala, mientras que las plataformas la utilizan para detectarlo y eliminarlo. Si no se controla, esta dinámica podría saturar los servicios tradicionales. Al ritmo actual de crecimiento, las pistas generadas exclusivamente por IA podrían superar en número a la música creada por humanos para mediados de 2026.


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 Las plataformas se resisten, con cautela


Los servicios de streaming están empezando a responder. Algunos han dejado de pagar regalías por pistas generadas íntegramente por IA o las han eliminado de las listas de reproducción algorítmicas. Otros están eliminando discretamente el contenido "spam". Las colaboraciones en toda la industria para combatir el fraude también están cobrando impulso.


Las grandes discográficas, por su parte, han presionado a las plataformas de IA generativa para que restrinjan la facilidad con la que se pueden exportar y distribuir las pistas creadas por IA. Estas medidas pueden frenar la avalancha, pero es poco probable que la detengan por completo. Mientras existan nuevas herramientas de IA, los estafadores se adaptarán.


Esta presión obligará a las plataformas a tomar decisiones más difíciles: aceptar menos pistas, invertir más en la selección de canciones o arriesgarse a quedar inutilizables debido al spam, un resultado que contribuyó al declive de las primeras plataformas sociales como MySpace.


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 El auge de las plataformas musicales especializadas


De esta tensión surge la oposición 

oportunidad. Mientras que los servicios de streaming generalistas luchan con la escalabilidad y el fraude, las plataformas más especializadas están preparadas para prosperar.


Los servicios centrados en géneros específicos, regiones concretas y artistas independientes están ganando relevancia al hacer lo que las grandes plataformas no pueden: ofrecer una curación de contenido minuciosa y atender a comunidades específicas. Los servicios centrados en artistas independientes, música clásica, escenas regionales o géneros de nicho se benefician de una moderación más estricta y de audiencias más comprometidas, lo que los hace menos atractivos para los estafadores.


Las nuevas plataformas también están replanteando la relación entre artistas y fans. Algunas priorizan la comunicación directa, el acceso a datos de los fans y modelos de regalías centrados en el usuario. Otras utilizan la IA no para reemplazar a los artistas, sino para mejorar la participación de los fans a través de remezclas, mashups y experiencias interactivas con licencia.


Estos entornos dan a la creatividad de los fans un contexto y un significado reales, algo que a menudo se pierde en las plataformas masivas dominadas por algoritmos.


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 Lo que 2026 podría revelar


Para 2026, es probable que la industria musical no tenga un único sustituto para el streaming. En cambio, veremos una fragmentación: una combinación de plataformas especializadas, servicios impulsados ​​por la comunidad y herramientas de interacción basadas en IA que coexistirán con los gigantes tradicionales del streaming.


El crecimiento de las suscripciones en las principales plataformas podría estancarse, pero nuevas formas de valor —relaciones directas con los fans, comunidades de nicho y experiencias interactivas— adquirirán cada vez más importancia. Los sellos discográficos y los artistas que reconozcan este cambio con antelación estarán mejor posicionados para prosperar en un mundo del streaming posterior al crecimiento.


El streaming no va a desaparecer. Pero su era como centro indiscutible del negocio musical podría estar llegando a su fin. Lo que lo reemplazará no será un solo formato, sino un ecosistema basado en la especialización, la autenticidad y un uso más inteligente de la tecnología.

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