Cuando Quema, Se Pone Honey: La Nueva Oda al Deseo Sin Filtro
En un panorama urbano donde el perreo explícito y la sensualidad poética dominan las playlists nocturnas, surge un tema que lleva la intimidad a otro nivel: *“Cuando quema se pone honey”*. Esta pieza se convierte en un testimonio sin censura, mezclando placer, memoria corporal y un romance fugaz que dejó huella —literalmente— en la piel y en la mente.
Desde el primer verso, el artista establece el tono: rosa, dulce, ardiente y magnético. La comparación entre lo “honey” y lo “rosadito como Majin Buu” no es solo provocativa, sino astutamente visual. La referencia pop funciona como imagen inmediata para describir ese momento íntimo donde la química no necesita explicación.
#Perfume, humo y melodía: el escenario perfecto
Uno de los detalles más resaltantes dentro de la letra es la carga sensorial. No solo es sexo; es aroma, textura y sonido.
El perfume que se queda, el humo que envuelve, los gemidos sobre la pista musical al máximo volumen. El artista convierte el cuarto en escenario, el cuerpo en instrumento y el deseo en compás.
La narrativa se vuelve cinematográfica:
Hablar al oído
Subidas sobre él
Cabeceo que lo eleva a la nube
Recuerdos que no se archivan, aunque él lo intente
Es más que una noche: es documentación íntima.
Una gatita “bless” y sin competencia
La protagonista es descrita con admiración sin caer en cursilería:
“Ninguna cabecea como lo haces tú” se convierte en sello, en certificado de exclusividad. La mujer no solo domina la química; domina el ritmo. Es “gatita”, pero también “bendecida”, misteriosa, peligrosa, irresistible.
Y aún más, el tema no cae en dependencia emocional: hay deseo, sí, pero también límites.
“Si me ves en la calle con otra no me salude”
En una sola línea se descifra el contrato: lo vivido fue brutal, pero no prometió eternidad.
El encuentro que pide repetición
Aunque la despedida suene fría, el estribillo vuelve a encender:
“Vamos a vernos un aguaná, dime yo te freno en el…”
La intención está clara: repetir, pero sin toxicidad, sin drama, sin actitudes pasadas.
El placer es ritual, sin ataduras, sin justificar el deseo.
Conclusión
“Cuando quema se pone honey”** no es simplemente una canción sexual; es crónica del deseo libre, del encuentro que marca el cuerpo y la memoria, del perfume que se queda aunque la relación no se quede. Es urbano, explícito, sin filtro y profundamente sensorial.
Es una historia breve, pero suficiente para quedar grabada —como humo en la camisa, como aroma en la almohada, como gemido en altavoz.
🔥💋
Un recordatorio de que hay noches que no se olvidan, aunque el amanecer decida separarlas.
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