La flexibilización de datos indie de Sony acaba de arruinar el acuerdo con Universal en Downtown, quizás a propósito.
El director ejecutivo de Sony Music, Rob Stringer, podría haber entregado a los reguladores globales la prueba irrefutable que necesitaban para frenar a Universal Music Group. Lo que se suponía que sería una presentación rutinaria para inversores el viernes se convirtió en una clase magistral sobre el dominio de los datos y, sin quererlo o no, en un argumento demoledor contra la inminente adquisición de Downtown Music Holdings por parte de Universal.
Stringer, radiante de confianza, expuso con orgullo cómo Sony utiliza su vasta red de distribución indie, a través de The Orchard y AWAL, para ejercer una influencia inigualable en la industria musical. Con ello, no se limitó a presumir del poder de mercado de Sony. Explicó, con gran detalle, por qué otorgar a Universal una herramienta similar aplastaría a la competencia real y consolidaría el ecosistema musical en un juego de dos jugadores. ¡Uy!
Los datos son el nuevo amo, ¿verdad?
"Tenemos una cuota de mercado independiente mayor que cualquier otro sello o distribuidor", declaró Stringer a los inversores, citando las alianzas de The Orchard con más de 26.000 sellos y el trabajo de AWAL con más de 20.000 artistas. ¿El mensaje subyacente? Sony lo ve todo. Desde los primeros rumores de éxitos rompedores hasta la salud financiera de sus socios discográficos, el control de Sony sobre los datos de la música independiente es asombroso.
Y entonces llegó la bomba: Stringer reveló que The Orchard tiene participaciones minoritarias en más de la mitad de sus 20 clientes principales. No se trata solo de relaciones con proveedores, sino de puntos de apoyo estratégicos. Sony no se limita a distribuir; se integra en el ADN de sus socios, lo que le da acceso prioritario a talento emergente, catálogos y objetivos de adquisición.
Ahora imaginen a Universal obteniendo ese mismo tipo de acceso a través de Downtown y su filial FUGA. Lo que comienza como una relación de distribución puede convertirse fácilmente en una participación, luego en una compra y finalmente en dominio. No es descabellado; Es un plan maestro.
La ebullición indie
Este es el punto de ebullición lento de la industria musical. Los sellos independientes contratan "servicios para artistas" solo para descubrir que cada movimiento alimenta una base de datos en la sede corporativa. Cuando Sony llama a la puerta con una "oportunidad de inversión", probablemente sea una oferta irresistible, basada en información que el sello independiente ni siquiera sabía que estaba proporcionando.
Stringer no lo dijo directamente, pero la implicación fue clara y contundente: datos equivalen a influencia, y influencia equivale a control. Ya sea un sello pequeño de nicho o un catálogo multimillonario, Sony sabe qué comprar, cuándo comprarlo y exactamente cuánto vale.
Una bola de cristal multimillonaria
Cuando Sony gastó, según se rumorea, mil millones de dólares para adquirir el catálogo de Queen, no fue una apuesta arriesgada. Fue un cálculo. Stringer lo dejó claro: "No somos un fondo que invierte en algo y hace conjeturas. Tenemos información privilegiada sobre esas ganancias".
¿Cómo? Modelando el valor del catálogo utilizando la enorme cantidad de datos de sus socios independientes, combinados con el consumo histórico del propio repertorio de Sony. Es la clave definitiva: usa a tus artistas para comprar más artistas y luego repite.
Esta ventaja no se limita a las megaofertas. Con el 50% de las 200 canciones más populares en 2024 siendo títulos de catálogo, la capacidad de Sony para predecir qué catálogos, grandes o pequeños, prosperarán le otorga una ventaja competitiva tanto en adquisiciones de nicho como de mercado.
El verdadero coste de lo "gratuito"
La visión de Stringer, basada en datos, se extiende incluso a su visión de los precios del streaming. Quiere que se reevalúen los niveles gratuitos e insiste en que el streaming sigue estando infravalorado. No es solo una fanfarronería. Se basa en observar las tendencias globales de consumo de miles de artistas y millones de canciones. Cuando Sony habla de modelos de precios, no está ejerciendo presión, sino que es una estrategia basada en datos.
La ventaja de la IA
Y luego está la ola de la IA. Sony, reveló Stringer, ya está en plena actividad, colaborando con más de 800 empresas relacionadas con la IA. Cuantos más datos controlen, mejor podrán negociar con firmas como Suno y Udio, o desarrollar herramientas internas para aprovechar la tecnología generativa. Con la IA a punto de transformar la economía creativa, quien controle los datos influirá en los resultados y, por extensión, en el futuro del negocio.
¿Una advertencia a los reguladores… o un guiño?
Si Sony tiene la sartén por el mango, ¿qué ocurrirá si Universal consigue igualar ese poder? La respuesta: un duopolio que excluye a los verdaderos independientes y transforma la distribución independiente en una gloriosa cantera de talentos para las grandes discográficas. Todo gran éxito se convierte en un objetivo de adquisición corporativa incluso antes de su lanzamiento.
Y Stringer prácticamente desafió a los reguladores a intervenir. Ya sea por accidente o por ingenio, su presentación sirvió como caso práctico de cómo las grandes discográficas utilizan los datos de distribución como arma. Destacó el inmenso valor de esos datos y el peligro de permitir que Universal replique el modelo de Sony a través de Downtown. ¿Fin de la partida o jaque mate?
Universal, observando desde la barrera, tuvo que encogerse de hombros. El acuerdo con Downtown pretendía cubrir la brecha de datos que Sony ya había explotado a la perfección. Pero ahora, gracias a la franqueza de Stringer, los reguladores tienen todas las razones para frenar el acuerdo. O acabar con ella por completo.
Entonces, ¿fue un desliz o un sabotaje estratégico? Sea como sea, Stringer podría haber realizado una de las presentaciones para inversores más trascendentales de la historia de la música moderna. Y si el acuerdo con Downtown fracasa poco a poco en las regulaciones, Sony no solo celebrará su dominio independiente. Estará brindando por el hecho de que su mayor rival no pueda unirse al club.
Una cosa es segura: en la industria musical moderna, quien posee los datos escribe el futuro. Y ahora mismo, Sony lleva la batuta.
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