El golpe de Beyhive: Por qué los superfans están agobiados por los precios de preventa de Beyoncé
Para muchos miembros de Beyhive, conseguir entradas para la gira Cowboy Carter de Beyoncé durante la preventa fue una misión. El miedo a quedarse fuera, una ansiedad común entre los fans de grandes artistas como Lady Gaga y Kendrick Lamar, suele impulsar a los asistentes a actuar rápido y pagar un precio extra por esas codiciadas entradas de acceso anticipado. Sin embargo, un giro inesperado en la última gira de Queen Bey ha dejado a muchos compradores de preventa con un amargo remordimiento: los precios de venta han bajado significativamente, a veces drásticamente.
Esta no es la gira Eras. ¿Recuerdan el frenesí de las entradas de Taylor Swift? Las preventas de esa gira eran prácticamente la venta general, con entradas desapareciendo antes de que el público tuviera la oportunidad de comprarlas. La gira Cowboy Carter, sin embargo, ha experimentado una dinámica diferente. Las entradas han permanecido disponibles para la venta general e incluso en los mercados de reventa, a menudo a un precio mucho menor al que pagaron los madrugadores.
Por ejemplo, la fan que se lamentó en redes sociales: "Compré entradas de preventa de Cowboy Carter por $1700 para Sweet Honey Bucket Pit en MetLife el día 22. Ahora cuestan $600. ¡Estoy furiosa!". Otra fan, agradecida de estar en primera fila, pero con la sensación de "me duele la cartera", encontró entradas justo al lado de las suyas por $1500 menos. El impacto económico es innegable.
La asistente al concierto Annie Rodríguez, quien pagó alrededor de $860 por su entrada solo para ver asientos similares rebajados a $500, expresó un sentimiento que muchos comparten: "He llegado a un punto en el que ya no voy a competir en preventa". Si bien no culpa a Beyoncé, Rodríguez culpa a los "precios dinámicos", un sistema donde el valor nominal de las entradas fluctúa según la demanda. Y a pesar de que algunos artistas fingen ignorarlo, los rumores de la industria sugieren que los artistas sí optan por utilizar esta función.
Los sospechosos habituales, Live Nation y Ticketmaster, vuelven a ser el centro de la frustración de los fans. La fusión de estos dos gigantes ya está bajo un creciente escrutinio por parte de los legisladores federales, especialmente tras el desastroso proceso de venta de entradas del Eras Tour hace dos años, que incluso derivó en una demanda del Departamento de Justicia por el supuesto monopolio de Live Nation.
Sin embargo, el mercado de reventa en general también está entrando en la conversación. Jason Berger, de la Coalición para la Equidad en las Entradas, argumenta que un mercado de reventa transparente y abierto es crucial para un ecosistema de venta de entradas equilibrado. "Cuando se permite a los fans comprar, vender o transferir entradas libremente entre plataformas, se crea competencia, se reducen los precios y se les da la flexibilidad que merecen", afirma Berger. Señala la gira Cowboy Carter como un excelente ejemplo, donde los mercados secundarios ofrecían entradas considerablemente más bajas que los precios de preventa. Estos ejemplos reales demuestran que un mercado abierto no perjudica a los fans, sino que los beneficia. Introduce una verdadera variedad y rompe el monopolio que a menudo encarece los precios bajo el pretexto de la exclusividad.
Berger concluye que restringir la reventa o limitar las entradas a una sola plataforma beneficia principalmente a unos pocos actores dominantes, no a los fans. "Los fans quieren opciones. La variedad impulsa la competencia, y la competencia impulsa la equidad".
En definitiva, para aquellos "superfans" que pagaron un dineral por la primera oportunidad de conseguir entradas, esta experiencia reciente sirve como un duro recordatorio. La industria lo ha dejado claro: mientras haya un segmento de la afición dispuesto a pagar cualquier precio por esas primeras entradas, las preventas de los espectáculos más populares seguirán teniendo un precio elevado. En este escenario, quizás el remordimiento del comprador no se deba al espectáculo en sí, sino al verdadero coste de la exclusividad. Se pagó por la garantía de ser el primero, no necesariamente por el mejor precio posible. Y esa, al parecer, es una lección que muchos están aprendiendo a las malas.
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