Caos, derechos de autor y control: La batalla por la Oficina de Derechos de Autor de EE. UU.
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Si intentas comprender el drama distópico que se desarrolla en la Oficina de Derechos de Autor de EE. UU., bienvenido al club y buena suerte. Lo que comenzó como una extraña emboscada política se ha transformado en un tira y afloja de alto riesgo para uno de los centros de políticas más influyentes en el derecho tecnológico y creativo. No se trata solo de una burocracia descontrolada, sino de un enfrentamiento político, legal e ideológico en toda regla, con consecuencias que podrían repercutir en la regulación de la IA, las regalías musicales y los derechos de contenido durante años.
¿Un golpe de Estado tecnológico… o algo más?
El despido de Shira Perlmutter, la ahora ex Registradora de Derechos de Autor, sorprendió a muchos en Washington D. C. y en las industrias creativas. Los rumores se extendieron rápidamente: ¿fue obra de expertos en IA como Elon Musk y David Sacks? ¿El objetivo era reemplazar a un líder favorable a los derechos de autor por un regulador más obediente y favorable a la IA? A primera vista, esa teoría concuerda con la forma en que Silicon Valley maneja la política de poder.
Pero aquí está el giro: los reemplazos interinos de Perlmutter no parecen particularmente pro-tecnología ni favorables a la IA. Incluso el propio Trump repitió en Truth Social una diatriba anti-tecnología del activista antimonopolio Mark Davis, alguien profundamente escéptico respecto al enfoque laissez-faire de Silicon Valley respecto a los derechos de autor.
¿Y qué ocurre?
Una bomba legal y un desastre procesal
Perlmutter no se queda callada. Su demanda contra la Administración Trump alega que su despido fue ilegal: solo el Bibliotecario del Congreso tiene la autoridad para nombrar o destituir al Registrador de Derechos de Autor. El Departamento de Justicia, argumenta, se extralimitó en este caso, lo que posiblemente abra la puerta a una orden judicial federal que podría restituirla.
Pero si eso sucede, ¿regresaría con poder real? ¿Sería una creadora de políticas o una piñata política?
Fuentes cercanas al Capitolio afirman que, de todos modos, podría instalarse una nueva figura alineada con Trump y simpatizante de los derechos de autor. Aun así, todo este embrollo ha dejado algo claro: la ley de derechos de autor, y quién la interpreta, ya no es un asunto político de nicho. Es un campo de batalla político.
Entra en escena el "Gran y Hermoso Proyecto de Ley"
A medida que se desarrolla este drama, un avance mucho menos llamativo, pero potencialmente más peligroso, se está escabullendo. El llamado "Gran y Hermoso Proyecto de Ley", aprobado por un estrecho margen en la Cámara de Representantes, incluye una moratoria discreta de 10 años sobre las regulaciones estatales de IA. Así es: una congelación de una década que impide a los estados crear sus propias normas en torno a la IA.
Este es un escenario ideal para gigantes de la IA como Google, Meta y OpenAI. Con la política federal estancada en una posición neutral, los gobiernos estatales a menudo han llenado el vacío en la rendición de cuentas tecnológica. Una moratoria cortaría esa vía por completo, dejando la privacidad personal, la protección de la identidad y los derechos creativos vulnerables a los modelos de IA no regulados.
Los fiscales generales estatales están dando la voz de alarma, calificando la moratoria de "amplia y totalmente destructiva". Pero las empresas tecnológicas argumentan lo contrario: que la regulación sofocará la innovación y dejará a Estados Unidos a la zaga de rivales como China.
Se espera que el Senado someta este proyecto de ley a un duro examen, pero la supervivencia de la cláusula de 10 años es ahora una de las preguntas más urgentes en la política tecnológica.
El dilema estratégico de la industria musical
Atrapados en el fuego cruzado se encuentran defensores de los derechos de autor como la RIAA y la NMPA, y una industria musical que lucha por recalibrar sus políticas. Tradicionalmente alineada con Hollywood y con una fuerte inclinación demócrata, la industria musical se encuentra en una situación extraña. La Administración Trump podría ser su mejor apuesta para defender los derechos de autor, si tan solo no estuviera tan alineada con las grandes tecnológicas en otros frentes.
Según fuentes, un giro hacia Nashville podría ser lo más adecuado. Eso significa movilizar a estrellas de estados republicanos como Kid Rock y otros músicos afines a Trump que desempeñaron un papel clave durante la implementación de la Ley de Modernización de la Música. ¿Podría este equipo contribuir a una victoria contra la extralimitación de la IA?
¿Qué sigue?
Esta saga está lejos de terminar. Una decisión judicial podría reavivar el papel de Perlmutter o afianzar aún más el caos. El Senado podría desmantelar la cláusula antirregulación del Proyecto de Ley Grande y Hermoso o codificarla para la próxima década. Mientras tanto, las discretas colocaciones del Departamento de Justicia en la Biblioteca del Congreso podrían indicar una toma de poder o simplemente más confusión.
Por ahora, los creadores de contenido, los organismos de control tecnológico y los defensores de los derechos de autor contienen la respiración. Porque lo que sucede en las sombras de la Oficina de Derechos de Autor podría decidir el futuro de los derechos digitales, la rendición de cuentas de la IA y quién es realmente el dueño de la creatividad en Estados Unidos.
Manténganse al tanto. El caos apenas comienza.
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