¿Qué tiene que ver Lady Gaga con el estado de la economía? Si hacemos caso a las redes sociales, bastante.
El discurso en línea ha coronado a Gaga como una de las supuestas líderes del resurgimiento en 2025 del "pop de la recesión", una etiqueta que describe la música pop optimista y escapista que recuerda a los éxitos bailables y pegadizos que dominaron la radio durante la Gran Recesión. El sonido es familiar: ritmos electrónicos vibrantes, estribillos llamativos y una sensación de exceso despreocupado. Pensemos en The Fame de los inicios de Gaga, los himnos eufóricos de Katy Perry o el caos festivo y brillante de Kesha.
La frase "pop de la recesión" irrumpió en la conversación general durante el verano de 2024, un verano dominado por el pop, impulsada principalmente por TikTok e Instagram. Desde entonces, ha crecido exponencialmente. SiriusXM Media la calificó como la "lista de reproducción del año", por delante de la música latina y el rock. Solo en TikTok hay millones de publicaciones con la etiqueta, e incluso la empresa de análisis musical Luminate dedicó un espacio a esta tendencia en su informe semestral de la industria.
La broma recurrente es que la música pop alegre resurge cuando la economía se dirige hacia una crisis, como si los himnos bailables fueran señales de advertencia financiera. Pero esta idea no se sostiene. No hay pruebas reales que vinculen las tendencias del pop con las recesiones económicas. Lo que el pop de la recesión refleja en realidad, según los expertos, es algo mucho más humano: nuestra necesidad de consuelo y familiaridad en tiempos de incertidumbre.
La profesora de psicología musical Erica Knowles explica que nuestros cerebros utilizan atajos mentales llamados esquemas, categorías que nos ayudan a organizar el mundo. Cuando aumenta el estrés, ya sea por el aumento de los precios de los alimentos, un mercado laboral inestable, el aumento del coste de la vivienda o la inestabilidad política, nuestros cerebros recurren con más frecuencia a estos atajos.
Los esquemas facilitan el procesamiento de la información, pero no están diseñados para la precisión. "El cerebro prioriza la previsibilidad sobre la precisión", explica Knowles. En momentos de ansiedad, las personas buscan patrones, incluso los más débiles, para dar sentido a lo que sucede a su alrededor. En este contexto, el pop de la recesión se convierte menos en un indicador económico y más en un mecanismo psicológico de afrontamiento.
Las estrellas del pop actuales, con su ritmo rápido y sus letras alegres y despreocupadas, a menudo se comparan con los iconos del pop de finales de la década de 2000. Las similitudes son reales, pero la explicación es simple: influencia generacional. Knowles señala que la mayoría de las personas desarrollan sus gustos musicales entre la niñez tardía y la adolescencia, generalmente a partir de los 11 años. Una vez que esas preferencias se afianzan, tienden a perdurar. Muchos de los artistas pop más importantes de la actualidad eran adolescentes cuando el dance-pop dominaba las listas de éxitos entre 2007 y 2012. Es natural que su música refleje los sonidos que les gustaban en su juventud.
También influye la nostalgia. Los artistas no solo recrean la música de su juventud, sino que la reinterpretan. Los oyentes, por su parte, se sienten atraídos por sonidos que les resultan familiares, especialmente durante períodos de inestabilidad. El pop escapista ofrece un alivio temporal, una pausa brillante ante el estrés del mundo real.
Sin embargo, la narrativa del pop de la recesión se desmorona por su selectividad. ¿Por qué ciertas canciones del mismo artista se etiquetan como pop de la recesión mientras que otras no? ¿Por qué algunas épocas se tienen en cuenta y otras se ignoran? Si la tendencia estuviera realmente ligada a los ciclos económicos, ¿no estarían las estrellas originales de esa época dominando las listas de éxitos de nuevo?
No es así. Salvo algunas excepciones, muchos de los artistas que definieron el pop de finales de la década de 2000 ya no tienen la influencia cultural que tuvieron antes. Su ausencia socava la idea de que el pop de la recesión sea un verdadero resurgimiento en lugar de una etiqueta retroactiva aplicada a los éxitos modernos.
En definitiva, el término "pop de la recesión" funciona mejor como un meme: una ingeniosa abreviatura de las redes sociales en lugar de un género significativo o un indicador económico. Dice más sobre cómo las personas procesan la incertidumbre que sobre las tasas de interés o las crisis del mercado.
Aun así, si el resultado es buena música pop con alegría, liberación y diversión teatral, quizás valga la pena mantener la broma. Aunque la etiqueta no signifique mucho, la música sí que lo hace.

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