Khruangbin sigue vivo en Boston


 Khruangbin trae serenidad sónica a Suffolk Downs


Miles de personas se reunieron bajo el sol veraniego en The Stage de Suffolk Downs, pero la verdadera calidez surgió de su interior, irradiando la música tranquila y conmovedora de Khruangbin. Tras su aparición en Boston Calling el año pasado, el trío de Houston regresó a Massachusetts para rendir homenaje a su último álbum de estudio, A La Sala, con una noche de exploración sónica y espectáculo discreto.


Desde su discreta aparición en 2010, Khruangbin ha desafiado cualquier clasificación musical. Las descripciones de su sonido a menudo giran en torno al "funk tailandés", pero ese es solo el comienzo. Su música es una mezcla en constante evolución de influencias globales: dub, surf rock, soul psicodélico, R&B clásico y paisajes sonoros de spaghetti western. Es un mosaico construido sin apego a ninguna categoría, solo para sentir. En una era de sobresaturación y mimetismo musical, la voz de Khruangbin es singular e inconfundible.


A La Sala refleja la creciente sensación de intimidad y calma de la banda, y el escenario reflejaba esta estética. Inspirada en la portada minimalista del álbum —una pared roja, una ventana, una nube flotante—, la escenografía era sencilla pero conceptualmente potente. Detrás de la banda, las pantallas con forma de ventana se transformaban en barómetros emocionales, sincronizados con los sutiles cambios de la música. Durante "May Ninth", las nubes ondeaban sobre los paneles digitales, acelerando el tiempo a medida que la música lo ralentizaba. Era meditativo y conmovedor.


Uno de los rasgos más distintivos de los conciertos de Khruangbin es su sobriedad. No hay monólogo del líder ni solos explosivos que busquen impresionar. En cambio, la conexión es más discreta, más humana: miradas compartidas entre los miembros de la banda, un guiño aquí, un paso al costado allá. Sus actuaciones se basan en la presencia: la confianza en que la música habla por sí sola sin necesidad de voz.


El baterista Donald "DJ" Johnson, cuya precisión metronómica es la columna vertebral inquebrantable del grupo, lo mantiene todo bajo control. Apodado "el metrónomo del tiempo" por los fans, los ritmos de Johnson son amplios y pacientes, permitiendo al guitarrista Mark Speer y a la bajista Laura Lee Ochoa tejer sus melodías con libertad e intuición. Su forma de tocar no solo marca el ritmo, sino que le da espacio para respirar.


La parada de Khruangbin en Suffolk Downs fue más que un concierto: fue un estudio de minimalismo musical y profundidad emocional, un ocaso sonoro para el alma. Al cerrar la etapa estadounidense de su gira A La Sala, la banda ahora pone la mira en Europa este agosto, donde llevarán su viaje de género fluido al circuito de festivales. Si la serenidad tuviera banda sonora, Khruangbin la estaría escribiendo: una nube, una nota, un ritmo preciso a la vez.

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