Meta se ha defendido con éxito de una demanda por derechos de autor presentada por autores, entre ellos Sarah Silverman y Richard Kadrey, quienes alegaban que el gigante tecnológico utilizó ilegalmente sus libros para entrenar a su modelo de IA, Llama. El caso, resuelto recientemente en un tribunal federal estadounidense, vio al juez Vincent Chhabria alinearse con la defensa del uso legítimo de Meta. Sin embargo, la victoria conlleva una dura advertencia para la industria de la IA en general: el uso legítimo podría no ser una protección fiable en casos similares en el futuro.
Si bien el juez reconoció que el contenido generado por IA suele ser transformador —un factor crítico en los casos de uso legítimo—, enfatizó que la transformación por sí sola no es suficiente para evitar la responsabilidad por derechos de autor. De hecho, Chhabria afirmó que el problema más urgente es el daño al mercado, también conocido como dilución del mercado. Es decir, cómo la presencia de contenido generado por IA podría afectar financieramente a los creadores originales al reducir el valor de mercado de sus obras.
Según la ley de derechos de autor estadounidense, los tribunales evalúan las demandas por uso legítimo considerando múltiples factores, como el propósito y la naturaleza del uso, la cantidad de obra original utilizada y su efecto en el mercado. Chhabria coincidió en que los resultados de la IA generativa pueden ser drásticamente diferentes de los insumos originales, llegando incluso a calificarlos de "espectacularmente transformadores". Pero fue claro: el uso transformador no exime automáticamente de responsabilidad a las empresas tecnológicas si sus modelos perjudican el mercado de contenido creado por humanos.
Chhabria señaló que la dilución del mercado no necesita demostrarse caso por caso (por ejemplo, un libro de IA frente al libro de un solo autor). Más bien, el impacto puede evaluarse a escala. Si los libros generados por IA, al imitar géneros o temas, saturan el mercado y reducen la visibilidad o las oportunidades de ingresos para los autores tradicionales, los titulares de derechos de autor tienen un argumento sólido.
En este caso, sin embargo, los autores que demandaron a Meta no se centraron en la dilución generalizada del mercado. En cambio, argumentaron que el uso de sus libros por parte de Meta impedía posibles acuerdos de licencia con otras empresas de IA y que Llama podría reproducir breves extractos. Chhabria desestimó estos puntos, considerándolos débiles, sugiriendo que los autores habrían tenido una demanda más sólida si hubieran enfatizado la amenaza competitiva de que obras de IA de géneros similares reemplacen a los libros escritos por humanos en el mercado.
Quienes critican esta interpretación amplia de la dilución del mercado argumentan que extiende demasiado la legislación sobre derechos de autor, sugiriendo que, a menos que la IA replique o reescriba directamente obras existentes, no existe una competencia real. Pero Chhabria discrepa. Afirma que incluso el contenido que simplemente ocupa el mismo espacio de género puede perjudicar las ventas y desalentar la creatividad humana, el mismo daño que las leyes de derechos de autor pretenden prevenir.
Esta decisión forma parte de una tendencia legal creciente. Apenas unos días antes, la firma de IA Anthropic también ganó una batalla legal por el uso legítimo. Sin embargo, ambos fallos ofrecen una guía importante para los titulares de derechos de autor: centrarse menos en los extractos y más en cómo las obras generadas por IA compiten a escala.
Con otras demandas importantes en curso, incluidas las contra empresas de IA centradas en la música como Suno, Udio y Anthropic, los titulares de derechos de autor esperan fallos definitivos que excluyan por completo el entrenamiento de IA del uso legítimo. Aunque Chhabria no llegó tan lejos, su fallo les ofrece una valiosa guía para futuros litigios.
También desestimó las preocupaciones de que obligar a las empresas de IA a obtener licencias frenaría la innovación. "La idea de que la aplicación de los derechos de autor acabará con el desarrollo de la IA es absurda", escribió. Se trata de tecnologías billonarias, desarrolladas por empresas multimillonarias. Si el contenido protegido por derechos de autor es realmente esencial para la formación, las empresas simplemente tendrán que pagar por él.
En resumen: Meta puede haber eludido la responsabilidad esta vez, pero el camino legal para la IA generativa se ha vuelto mucho más estrecho, y los titulares de derechos de autor ahora cuentan con herramientas más claras para impugnar la formación sin licencia en el futuro.
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